La experiencia en la legalización de un inmueble, en este caso una unifamiliar, puede ser en ocasiones desesperante. Y cuando el comprador es una persona ¿puntillosa?, El día de la escritura parece no llegar nunca, a cada problema resuelto aparece otro nuevo, cuando no es algún remate de obra es la falta de boletines de los instaladores o documentación necesaria para el Certificado Final de Obra o legalización del inmueble, siendo necesario dar patadas en ayuntamiento, notaría y organismos oficiales.
Por otra parte, el lado bueno de esto, es que un comprador exigente al principio es un comprador que no dará problemas en el futuro. Sabemos, el y yo, que el día de la firma ante el notario han acabado todos los motivos de discusión. Que sea muy feliz en su casita y la disfrute muchos años. Normalmente al gestionar documentación administrativa que falta, hemos tenido siempre facilidades, lo mismo en Hacienda que en Vivienda o Ayuntamiento. No solo es que inician la capacidad de recaudación en los ayuntamientos, sino que la posibilidad de volver a tener nuevos vecinos, de no tener el piso vacío es normalmente bien recibido.

Estoy convencido que este trato nos lo dan porque no hemos desahuciado a nadie y se trata de viviendas en dación de pago que quieren tener al día los impuestos, agua, luz, gas, comunidad de vecinos y demás gastos que Caja Rural abona nada más de hacerse cargo de la vivienda. Lo mas complicado es conseguir los correspondientes boletines de suministros y lo más desesperante subsanar aspectos registrales por el plazo que exige.
Todo lo anterior supone un trabajo que requiere varios meses y que en ocasiones ha estado a punto de malograr la venta, pero conseguir aquello de “que te recomienden”, es un premio suficiente que anima a abordar nuevas legalizaciones y a no asustarnos por las nuevas entradas de activos. Así que las ventas, vendrán.
Por Tomás Mugarza Gómez
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