Comenzar un año suele ser sinónimo de renovación, nuevos propósitos y retos. Después de una época gris, en el que el miedo, y la palabra crisis han estado presente en nuestras vidas llevándose por delante el esfuerzo y el trabajo de mucho tiempo, afrontamos un año con optimismo e ilusión en proyectos que nos permitan invertir nuestra esperanza y esfuerzo.
Al pasear por algunas ciudades, pueblos o enclaves singulares, nos encontramos con los «fantasmas modernos «–polígonos industriales vacíos, locales cerrados, edificios sin terminar, etc…- que nos recuerdan el alto precio que hemos tenido que pagar. Este derroche debe servirnos para afrontar el futuro con la lección bien aprendida y desarrollar ideas frescas, optimizando los recursos que disponemos.

Día a día, aportamos nuestro grano de arena, trabajando para dar soluciones a las necesidades que se nos plantean. En algunos casos son actividades que necesitan medios financieros e inmobiliarios, y en otros, la disponibilidad de un local o nave, nos lleva a buscar emprendedores que desarrollen un negocio.
Nuestro compromiso, nos lleva a hacer un gran esfuerzo para ajustar al máximo el precio de los inmuebles que ofertamos y a buscar alternativas de financiación, si es necesario. No hay nada más satisfactorio y gratificante en nuestro trabajo, que ver las persianas subir y el movimiento acompaña a nuestros inmuebles…
Por José Miguel Encabo
Deja una respuesta