La sostenibilidad está presente en la agenda global desde la aprobación de los ODS por parte de las Naciones Unidas en 2015. Es un concepto que ya condiciona el día a día de los países, las empresas y las personas, y todos los sectores de la economía, incluida la actividad inmobiliaria, tienen el reto de incorporar cada vez más prácticas sostenibles.
“Los inversores se están dando cuenta de que la inversión sostenible no solo es buena para el planeta, sino que también puede ser buena para su rentabilidad. Esto es especialmente cierto en el caso de la inversión inmobiliaria”, apuntan desde Pictet Asset Management en un artículo publicado este mes en Rankia.
En la actualidad, los edificios representan el 36% del uso de la energía global a través de su construcción y funcionamiento. También son responsables de casi el 40% de las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la energía. La huella ecológica es aún mayor si se tiene en cuenta la cantidad de agua y materias primas que consumen. Aunque algunos activistas abogan por medidas drásticas como renunciar a viajar en avión o comer carne, es todavía más difícil prescindir de la actividad en viviendas, oficinas, fábricas, almacenes o centros de datos.
La construcción de edificios cada vez más sostenibles y eficientes es una de las apuestas del sector. Además, de forma paralela, las administraciones quieren aportar también su granito de arena. A nivel comunitario, por ejemplo, una parte de los fondos Next Generation de la Unión Europea va a poner el foco en la rehabilitación del parque de edificios actual (ya sean viviendas, oficinas, etc), para mejorar su aislamiento (menor consumo de energía) e incorporar sistemas de generación distribuida (modelo “prosumidor”). Es decir, se apuesta por reducir las emisiones de CO2 y también el consumo.
Además, la UE está avanzando en la tramitación del Plan de Acción de Finanzas Sostenibles, donde destacamos productos como las “hipotecas verdes”. Adicionalmente, este nuevo marco normativo afecta, principalmente, a dos grandes actores que operan dentro del sector: las empresas cotizadas y los fondos de inversión. Estas compañías deberán ser más transparentes y hacer informes sobre el impacto medioambiental de su actividad económica, y lo segundo es que tendrán que encaminarse hacia el objetivo de emisiones cero.
Los expertos coinciden en que para avanzar hacia una cartera de activos y un modelo de negocio más sostenible, las empresas que operan en el sector inmobiliario deben apostar por la sostenibilidad, la eficiencia energética, la digitalización, la transparencia en la información y la introducción de operativas cada vez más respetuosas con su entorno, que les permitan reducir su huella de carbono a medio y largo plazo.
Estas buenas prácticas forman parte del ADN de Trebia, como inmobiliaria ética de Caja Rural de Soria, que ya ha participado en acciones concretas, como comunidades energéticas o generación distribuida y que van a ser cada vez más valoradas por el mercado y por los inversores.
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