La compra de activos inmobiliarios para su posterior arrendamiento se ha consolidado durante los últimos años como una opción cada vez más ventajosa, frente a otras alternativas como la bolsa. De hecho, el incremento del precio del alquiler de casas, naves, locales o garajes ha provocado que cada vez más familias, empresas e inversores apuesten por la adquisición de este tipo de inmuebles como inversión rentable. En este post de Trebia, la inmobiliaria ética de Caja Rural de Soria, analizamos algunas claves que explican este fenómeno.

La demanda es cada vez más elevada. La opción de alquilar una vivienda en vez de adquirirla ha ganado adeptos durante los últimos años, especialmente en el segmento joven. Así lo sostiene, por ejemplo, el Banco de España, quien argumenta que esto se debe a factores económicos, fiscales y sociológicos.
En primer lugar, la inestabilidad laboral y la caída de los salarios están detrás de que muchas personas se decanten por esta opción frente a la compra de una vivienda (con precios cada vez más elevados) y la consiguiente contratación de una hipoteca (con tipos de interés, eso sí, reducidos). Por su parte, la eliminación de la deducción por inversión en vivienda habitual y el incremento de los impuestos sobre la tenencia de vivienda y de compra han restado atractivo a la adquisición de vivienda. Además, también hay un factor sociológico: las nuevas generaciones tienden a preferir un arrendamiento debido a que es una opción que ofrece más libertad de movimiento y menos ataduras.
Una situación similar ocurre con otros activos inmobiliarios como los locales comerciales o naves industriales. Los autónomos y las empresas tienden a apostar por la fórmula del alquiler frente a la compra para evitar así el fuerte desembolso que supone la adquisición en propiedad de estos activos, cuyo precio está en alza debido al favorable contexto económico actual.
La escalada de los precios se mantiene. El aumento progresivo de la demanda de alquiler, en un mercado con déficit de oferta especialmente en zonas como Madrid o Barcelona, ha conllevado una subida generalizada de los precios. El Índice Inmobiliario Fotocasa, por ejemplo, detalla que España cerró 2018 con una subida del precio del alquiler de vivienda del 1,8% de media, situándose el aumento en hasta un 14% en lugares como Madrid. Se trata del cuarto año consecutivo en el que se registra un aumento de estos importes, un periodo de tiempo en el que se han venido registrando subidas del 3 al 7% cada ejercicio.
Este fenómeno también ha afectado a locales comerciales, naves y garajes. Este tipo de activos inmobiliarios han recuperado su valor debido al mejor contexto económico. Además, su uso en muchos casos se ha reconvertido en vivienda como alternativa inversora. Incluso los trasteros son muy cotizados, especialmente en las grandes ciudades. De hecho, un estudio de la Asociación Española de Self Storage (AEES) detalla que España es el tercer país europeo con mayor número de centros de alquiler de trasteros, solo por detrás de Reino Unido y Francia y por delante de Alemania.
Mejor rentabilidad que otras opciones. La rentabilidad bruta de la compra de una vivienda para ponerla en el mercado del alquiler se sitúa en un 7,5%, de acuerdo a los datos del primer semestre de 2019 que ha publicado Idealista. El informe también expone cómo el producto inmobiliario que mejores resultados está ofreciendo a nivel nacional son las oficinas, con una rentabilidad bruta del 9,2%. Los locales ofrecen un rendimiento del 8,5% y en el caso de los garajes la rentabilidad se ha situado en el 6,8%.
Estos datos sitúan a los activos inmobiliarios en posición ventajosa frente al resto de activos financieros. De hecho, un análisis del periódico Cinco Días destaca que en 2018 se produjo una circunstancia insólita: la Bolsa, la renta fija o incluso activos refugio en su día como el oro terminaron en pérdidas, frente a la pujanza del ladrillo.
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